Sin duda la economía del futuro necesita métodos más fiables para asegurar la identidad de una persona, la modernización en nuestra región pide estandarizarnos a un marco internacional y con la llegada del T-MEC, el piso está parejo. Esto pone sobre la mesa, un mayor escrutinio sobre la tecnología que usamos para identificarnos, es así que me di a la tarea de plantear algunos conceptos básicos para dar apertura a las múltiples soluciones sobre identificación facial.
Empecemos con una serie de conceptos base que son necesarios para un mejor entendimiento. El reconocimiento facial se puede definir como una serie de tareas automatizadas y computarizadas sobre imágenes y videos, dichas tareas van desde detectar el rostro de una persona en una fotografía o detectar a una persona dentro de un streaming de circuito cerrado, su uso se vuelve cada vez más relevante en la vida cotidiana.
Pero hay más en el fondo, es mucho más que acceder a tu smartphone a través de una selfie, aunque estas tareas de búsqueda o comparación son de las más comunes y las que brindan mayor agilidad a los procesos, es decir, la búsqueda de un rostro de una persona en una base de imágenes o la verificación de que es la misma persona dentro de múltiples imágenes. En ellas puedes identificar el género o la edad, sin importar alguna expresión inusual, si la persona ha envejecido o usa barba por poner un ejemplo.
La línea delgada entre verificación e identificación
En resumen, existen 2 procesos que a menudo se confunden, verificación y identificación. Para poder diferenciar entre una y otra debemos apelar a un par de preguntas que marcan la pauta para saber si lo que necesitamos es una verificación o identificación.
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La primera pregunta que tienes que hacerte es ¿soy o no soy quien digo ser?, en este caso ¿soy o no?, haciendo referencia a la verificación, a esto se le conoce como una operación 1:1. Este caso de uso está orientado a aquellos escenarios donde se tiene la posibilidad de capturar un dato previo del usuario, tal como un número de empleado, número de cliente, su CURP, número de ID, cualquier elemento que nos permitirá acotar la búsqueda y comparación a un set reducido de datos de esa persona.
¿Puedo comprobar que si soy quien digo ser?
Teniendo claro que la verificación siempre responde a la pregunta, ¿soy o no soy? El alcance de la biometría facial no se queda ahí, su popularidad para identificarnos correctamente ha escalado en múltiples procesos, es así como un conjunto de rasgos y características nos permite asociar a una persona a una identidad única e irremplazable para mayor seguridad.
Esto nos lleva a la segunda pregunta que le hacemos al sistema o ente, que nos permitirá entender de qué operación estamos hablando, ¿quién soy?, haciendo referencia a la identificación o más conocida como 1:N, donde N es el número total de registros biométricos en la base de datos. Este caso de uso está orientado a aquellos escenarios donde NO se tiene registrado un dato previo del usuario, es decir, solo se tiene el dato biométrico.
Es este caso, con una fotografía del rostro podemos hacer una búsqueda acelerada en toda la base de datos de rostros para tratar de encontrar al o los candidatos que puedan coincidir con el rostro enviado, por lo tanto, la identificación siempre responde ¿quién soy? Con todo esto puedo concluir que el reconocimiento facial se enfrenta a una implementación masiva que dará paso a nuevas modalidades de uso, comprender adecuadamente las diferencias de cada modelo entidad-relación (verificación 1:1 e identificación 1:N) acercara más rápido su entendimiento y mejorará la curva de adopción.
Por último, teniendo claro algunos conceptos base y el alcance que va a tener el reconocimiento facial, debemos replantearnos qué operación o método necesitamos y cómo vamos a llevar a cabo su implementación. Juntos podemos evaluar las características que requiere cada caso de negocio para hacerlo realidad, te quiero invitar a que nos mandes un correo electrónico a aorellana@naat.tech
